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viernes, 8 de enero de 2016

Un nuevo miembro en la familia



El placer de la compañía que brinda una mascota, formar parte de su proceso de crecimiento y aprendizaje, compartir emociones con un ser vivo con el que siempre se puede hablar, juguetear una tarde en un rincón de la alfombra, acariciar su pelaje y ser recibido en casa con alegría, son grandes ventajas para decidir adoptar. Eso, sin sumar las cualidades humanas que se potencian al compartir con el animal. Por eso se afirma que tener una mascota es una experiencia enriquecedora para el hombre.

Sin embargo, también exige profundas reflexiones porque implica grandes responsabilidades. Se trata de darle la bienvenida a un nuevo integrante del hogar, un ser vivo que merece respeto y calidad de vida por parte de aquellos “seres racionales” que decidieron un día acogerlo.
Y aún cuando las intenciones sean las mejores, es necesario tomar conciencia de que no todas las circunstancias personales o familiares son las más indicadas para recibir adecuadamente a un animal acompañante.
Los veterinarios Arnoldo Fuenmayor y Daniel Araiz (homeópata de mascotas) compartieron algunos elementos relevantes a tener en cuenta si se está considerando la posibilidad de recibir a un nuevo miembro en casa.
¿Por qué quiero una mascota?
Sólo de la meditación de esta pregunta se podrá definir si se trata de una aspiración responsable de compañía comprometida, o un simple capricho. Al respecto, Araiz indica que aceptar una mascota por un arranque impulsivo es “el error más frecuente que cometemos y las consecuencias las termina pagando el animalito, ya sea por maltrato o abandono”. Una mascota no es un peluche, un juguete para que los niños se diviertan, ni un regalo para complacer. Es una criatura que dependerá del cuidado que se le dé y de la entrega responsable de su dueño. Araiz comparte su inquietud por la cantidad de mascotas que abandonan amarradas a las puertas de los consultorios veterinarios. “No se deben tomar decisiones contando con la caridad de los otros. Hay que aceptar las consecuencias de nuestros actos”.
¿Soy capaz de asumir todo lo que implica?
Ponga las cartas sobre la mesa: ¿Qué pasará cuando ensucie una alfombra nueva, haga sus necesidades en cualquier lugar, llore durante la noche, tire el costoso jarrón, los vecinos se quejen, se infeste de pulgas, se escape de su jaula y se esconda por los rincones, surja una emergencia médica en la madrugada, arañe el sofá o se coma los zapatos?¿Qué pasará cuando crezca y deje de ser un tierno cachorro, o cuándo envejezca y requiera la atención y afecto que necesita un anciano?
Un animal es un ser vivo que puede cometer errores. Y éstos no se solucionan con violencia sino con educación. Resulta que los veterinarios son solicitados para la eutanasia de más animales de compañía porque “no se comportaban” que por razones médicas. Pero, en realidad, quien ha fallado no es la mascota, sino su dueño. Se debe aceptar que hay un margen de daños hogareños que forman parte de la experiencia de compartir con un animal.
Y es que, quizás, una de las verdades que se deben asumir es que las mascotas no pueden ser evaluadas desde patrones humanos. Como bien insiste César Millán en su libro "El Encantador de Perros" (Aguilar, 2009), los animales no son humanos, por lo que no se puede esperar que se comporten como tales.
¿Tengo tiempo?
Las mascotas ocupan, exigen y merecen tiempo desde el mismo momento en que se toma la decisión consciente de llevarla a casa. No importa cuán cansado se haya llegado del trabajo, si se trata de sacarlo a pasear (tres veces al día recomiendan para los perros de apartamento), peinar su pelaje, asearlo, jugar, alimentarlo, ejercitarlo, limpiar su jaula y más, no hay excusa. Araiz insiste en que el aislamiento y la ausencia de feed back influyen en el carácter del animal. “Hay que ofrecerle calidad de tiempo: hablarle, acariciarle, atender sus necesidades...”. De modo que las familias con horarios muy restringidos deben considerar, más que un perro o un gato, un pececito, una tortuga o un hámster. ¡Ojo! Eso no significa que con estas especies se pueda olvidar de todo… También exigen lo suyo.
¿Y espacio?
Quizás uno de los puntos más álgidos. ¿Cuántos perros medianos o de gran tamaño viven en apartamentos? ¿Cuántos requieren drenar diariamente enormes dosis de energía y están atrapados en cuatro paredes? Las dimensiones del animal no es lo único a analizar. Hay especies o razas que si bien son de “formato pequeño” se caracterizan por ser hiperactivas y demandan metros cuadrados a su disposición. Por eso los caracteres del animal también juegan un papel preponderante en el proceso de reflexión. Para Fuenmayor “leer bibliografía y asesorarse con un veterinario es la mejor opción”.
¿Mis finanzas lo permiten?
Fuenmayor explicó que si bien el costo inicial de una mascota puede variar radicalmente entre especies y razas, su manutención siempre sumará algunas cifras mensuales al presupuesto familiar. Esto incluye alimento e implementos para su cotidianidad (como cestas para dormir y juguetes en caso de perros y gatos), jaulas, acuarios y sets de entrenamiento para pájaros, peces y roedores, y vacunas, desparasitaciones, consultas veterinarias de control, gastos de emergencia, medicamentos, peluquería, clases de entrenamiento, etcétera. Así pues, “si usted no puede permitirse todos estos gastos, realmente no debería tener una mascota” afirmó el doctor Mark Russak de la Clínica de cuidados de la facultad de medicina veterinaria de la Universidad de Misisipi (en http://msucares.com/espanol)
¿Una mascota se adapta a mi vida?
Una persona de la tercera edad adopta un cachorro. Uno que, por su juventud, está lleno de energía y exige un ritmo acelerado de vida que su dueño no puede ofrecer. En este caso, es más prudente adquirir un perro maduro con las mismas necesidades de serenidad y compañía. ¿La familia acostumbra viajar en vacaciones? ¿Qué harán, entonces, con el animal en esa época del año? ¿Algún miembro es alérgico? ¿Qué pasará con el pelaje o el plumaje de las mascotas? ¿Los padres están dispuestos a que sus hijos experimenten de cerca la pérdida de un ser querido cuando la mascota muera? Un animal de compañía no se adquiere sólo porque sea bonito o simpático: conocer las características de la raza, su temperamento, el tamaño que alcanzará, su energía, su mantenimiento y predisposición a enfermedades es fundamental para verificar su verdadera compatibilidad con el grupo familiar que lo acogerá.
Beneficios de una mascota en casa
.- Un animalito de compañía nos pone en contacto con lo más ancestral del ser humano.
.- En niños y adolescentes, una mascota promueve la madurez, pues le da valor al compromiso adquirido.
.- Sus dueños se hacen más sensibles y tolerantes, porque entienden que los demás tienen sus propias necesidades, temperamentos y formas de expresarse, y eso debe ser respetado.
.- Cuidar de alguien más motoriza la organización y la disciplina para cumplir con todas las responsabilidades personales, profesionales y con la mascota.
.- Niños y adolescentes sienten mayor confianza en sí mismos (aumenta la autoestima) una vez que los padres depositan en ellos algunas de las tareas del cuidado de la mascota. Es un modo de decirle: “Te siento capaz y te apoyo”.
.- La presencia de un animal de compañía suele estrechar los lazos familiares puesto que se convierte en un tema de interés para todos, del que pueden conversar libremente y que puede servir de ejemplo a los padres para afinar algunos aspectos en la educación de los hijos.
.- Despiertan el sentido de la responsabilidad. Incluso, hay estudios que han revelado aumento en la inteligencia de los niños, mejores habilidades sociales y cognitivas, regulación de la rebeldía en adolescentes, disminución del sentimiento de soledad en los ancianos y recuperación temprana de enfermedades, mejora del humor, motivación hacia el deporte, satisfacción de necesidades psicológicas como afectividad, sentido de pertenencia y liberación del estrés, entre otros.
.- Ellas pueden enseñar a los más pequeños las particularidades del ciclo de la vida: nacer, crecer, desarrollarse y morir. Cuando una mascota muere, suele ser la primera vez que los niños se enfrentan al tema de la ausencia de un ser querido, lo que implica un aprendizaje fundamental para la realidad humana.

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